viernes, 7 de noviembre de 2008

Viernes negro

Bueno, al menos una entrada por semana.

Más o menos lo que esperaba, Obama ganó las elecciones. Un negro en la Casa Blanca. No me gusta ser aguafiestas, pero la verdad es que no me parece que vaya a haber ningún cambio significativo en la política gringa con la entrada del zambito.

No conozco la idiosincrasia gringa, nunca he estado en los EEUU, las referencias que tengo de allá tampoco son suficientes para darme un panorama más o menos coherente de lo que significa la sociedad estadounidense; sin embargo, de todas estas fuentes poco confiables, he sacado conclusiones menos confiables aún, pero que al menos creo que algún asidero pueden tener.

Empezaré por un detalle que se verá en este y cualquier otro texto donde me refiera a los estadounidenses. Nunca los llamo americanos. Lo son, es cierto, pero también yo. Así que, si a ellos les llamara americanos, por oposición, se entendería que yo no lo soy. El imperialismo está impregnado en cosas tan mínimas y cotidianas como estas palabras. El americano era el cowboy y el nativo del Nuevo Mundo era el indio. Pero, si el Nuevo Mundo era América ¿no era el nativo de ese continente el americano por excelencia? El blanco colono no era más que un inmigrante. Por eso me parece alienante llamar al nativo americano "indio". Al cholo que sólo le falta la pluma para ser igualito a Manco Capac le llamamos "indio". Todos sabemos que este mote vino de una patinada de Colón, que creyó haber llegado a la India en su viaje hacia el oeste. Y aparecen después algunos que, queriendo contribuír a la historia aunque sea con una estupidez, inventan la palabra "indoamericano" o "amerindio".
Pero volvamos a los EEUU. Un país que tuvo un origen muy diferente al nuestro. Tanto por sus habitantes precolombinos, como por sus eternos huéspedes.

Perú, cuando no se llamaba Perú, era territorio de un imperio grande y lleno de americanos de piel cobriza. Llegaron los españoles en el peor momento, cuando el imperio incaico apenas si salía de una guerra civil. Los españoles, con toda la ventaja que da el conocimiento de la pólvora y de cómo funciona este cuento de la religión, se aliaron con la punta de la pirámide social incaica y sometieron a todo su imperio. Allí, donde el indómito Inca, prefiriendo morir, legó a su raza la gran herencia de su valor... ahí, el Inca compró su pellejo por dos cuartos de oro y plata, ahí Manco Inca no reaccionó hasta que fue demasiado tarde. Pero esto trajo consecuencias, esclavitud, violaciones, mestizaje, etc. El español convivía con el americano. En EEUU no ocurrió asi. En el territorio que hoy ocupa la tierra de Obama había americanos cuyo desarrollo era tan incipiente que más convenía a los colonos ingleses matarlos o largarlos. Así, los colonos ingleses fueron ganando espacio, sin mezclarse con los americanos. Al cabo de un tiempo, EEUU era el país de los colonos ingleses. América para los americanos. Donde América era, en efecto, ese continente, pero los americanos eran los descendientes de los colonos. Un descendiente de irlandés no es americano. Un negro ni siquiera era ser humano. Así funcionó mucho tiempo. Los gringos creían que su bandera y su patria representaba a esos hijos de inmigrantes ingleses, los de Boston, los que se enfrentaron entre sí en la guerra de secesión, los que comían pavito en el día de acción de gracias.

Los negros en EEUU casi son como los negros de Perú. Llegaron como esclavos. Sin embargo, llegaron casi tan temprano como los inmigrantes europeos. Entonces, al momento en que el blanco despertó de su sueño idiota en que creía que el negro era una raza inferior, inevitablemente, por el tiempo que habían vivido juntos, era difíci no reconocerlo como compatriota. Claro que se vino arrastrando una idea de compatriota de segundo orden, pero ya sabemos cómo funciona el ser humano. Aún así, por su origen, el pueblo estadounidense ha parecido siempre más reacio a globalizar su país.

El problema que tiene hoy los EEUU, a mi modesto parecer, es que no ha enfocado el tema de los inmigrantes desde el ángulo correcto. Una segunda o tercera generación de inmigrantes latinos siguen siendo consideradas inmigrantes. Si tienes cara de latino en los EEUU eres inmigrante. Pues no. EEUU tiene que absorver a su identidad como nación y a sus precocupaciones los temas que atañen a ese grupo de personas. Y hablo de grupos, no de guetos. Creo que los negros ya vencieron ese escollo y ahora pueden ser considerados como gringos hechos y derechos. Nadie duda del patriotismo de Will Smith cuando sale en las pelis vestido de militar, disparando a diestra y siniestra a barbudos que bien podrían ser de algún país de medio oriente como del ejército cubano. Pero cuando vemos a un latino en una película de guerra, al menos a mi, se me forma inmediatamente el prejuicio de que ha ido a pelear para conseguir la green card.

En Perú la cosa es parecida y a la vez diferente. Acá tratamos al nativo como inmigrante. No sabemos qué quieren las comunidades de la selva, no nos interesa mucho su voto. Sin embargo, su pueblo estuvo acá antes de que llegara el mestizaje. Antes de que adoptáramos un sistema de gobierno europeo, antes de que importáramos su filosofía, su ropa, su arte. ¿Llegará un asháninka al Palacio de Gobierno? Puede ser, dentro de algunos años quizás. Eso sí, deberá dejar sus plumas en casa y ponerse una camisa blanca y un pantalón con raya como Obama.

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